Verónica
Sención, junto al profesor Juan Bosch y Pedro Mir, atrajo a Guayasamín al
Hostal para que su arte estallara en la retina de cada uno como un cristal ante
la soledad de la noche y la soledad del mundo.
La tertulia “Café Literario” de Ágora Mall, tuvo como Invitada de Honor a
la Embajada de la República de Ecuador, en ocasión de la celebración de su fecha de independencia y rindió un
Homenaje al gran Maestro de la pintura Oswaldo Guayasamín sobre quien compartieron sus
opiniones, testimonios, aportes al arte universal, su vida política y su amor
por la República Dominicana.
Participaron como exponentes S. E. Carlos
López Damm, Embajador de Ecuador, la prestigiosa crítica de Arte
Marianne de Tolentino, Dra. Milagros Ortiz Bosch, Ex
Ministra de Educación; y el Dr. Lino Peña.
El “Café Literario”
contó con el patrocinio de DOLCE ITALIA y EL CAFÉ LAVASSA y se realizó en su
acogedor ambiente, de exclusivo Ristorante, Pizzería y Gelatería, de El
Jardín, y tuvo la coordinación de la reconocida gestora cultural, editora, marchante de arte Verónica Sención, y la
conducción de la escritora e Investigadora Literaria Ylonka Nacidit-Perdomo.
Estuvieron presente en esta ocasión los señores
embajadores, S. E. Raúl Pollak, de Uruguay, y S. E. Fernando Barrera, de Chile.
Además, Dr. Enmanuel Esquea Guerrero y Jacqueline Viteri.; Dr. Jorge Subero Isa
y Francia de Subero, Sra. Purísima de León Directora del Centro Cultural Santo
Domingo, el Sr. Abil Peralta Agüero, crítico de arte, el fotógrafo Pedrito Guzmán
y Mildred Canahuate Directora de la Galería Arawak, entre otros.
Participaron como anfitrionas de la actividad las señoras
Silvia Rosales, Administradora de Ágora Mall, Kenia Bisonó, Gerente de Mercadeo
y la Coordinadora de Eventos Culturales, Keila Ulloa.
La Coordinadora del
Café Verónica Sención, habló de su amistad con el Maestro de la Pintura
Universal Oswaldo Guayasamín, a través del Profesor Juan Bosch, quien mantuvo
una amistad con el artista hasta los últimos días de su vida.
Gracias a esa
relación llegó el gran artista a considerar el Hostal Palacio Nicolás de Ovando
como un hogar en Sto. Dgo., donde se alojó con toda su
familia en cada viaje realizado al país y lugar en el que se realizaban
desayunos, almuerzos y tertulias para hablar de la solidaridad de los pueblos
de América.
En esas actividades
convergió gran parte de la clase artística e intelectuales y los artistas plásticos del país y el extranjero, entre ellos cabe
mencionar al Poeta Nacional Don Pedro Mir, Iván Tovar, Guillo Pérez, Antonio
Guadalupe, Marianela Jiménez. Soucy de Pellerano ,Elsa Núñez Ángel Haché, Rosa Távarez , Marianne de
Tolentino, Abil Peralta Agüero , José del Castillo, el Dr. César Mella, Dr.
Fernando Sánchez Martinez, el reconocido fotógrafo Pedrito Guzmán, el Dr.
Diómedes Núñez Polanco . Ylonka Nacidit
Perdomo, Chiqui Vicioso, Mateo Morrison y Monna Lisa Sención, de Puerto Rico
con Don Ricardo Alegría y el Dr. José Ferrer Canales, de Cuba Armando Hart, Eusebio Leal, Roberto
Fernández Retamar y de Haití con el Embajador Guy Alexander, entre otros amigos, con los que el invitado quería
compartir todo lo concerniente al movimiento artístico de esos años en los
países amigos.
En el año 1993, el
artista realizó una importante exposición en la Galería de Arte del Hostal
Nicolás de Ovando con una importante presentación a cargo del Poeta Nacional,
Pedro Mir y donó algunos fondos a la labor que hacíamos con los jóvenes
pintores de los años noventa.
A través de estas
visitas y su amistad con el Profesor Juan Bosch y Doña Carmen Quidiello, se
consolidó el compromiso de solidaridad
con todos los países hermanos.
En el año 1992, El
Maestro Oswaldo Guayasamín y el profesor Juan Bosch recibieron de manos del Dr.
Julio Ravelo Astacio el reconocimiento más importante que otorga la Universidad
Autónoma de Sto. Dgo, el Doctorado Honor y Causas, evento inolvidable para el
pueblo dominicano.
Ylonka
Nacidit-Perdomo expresó: Conocimos a Oswaldo Guayasamín a
través de Verónica Sención. En la
Tertulia del Hostal Nicolás de Ovando, en la legendaria calle de Las Damas, era
el año de 1993, el mes de noviembre, y para los que acudíamos al Hostal detrás
de la palabra con deseo de respirar
libertad, nos llevamos la sorpresa de que Oswaldo Guayasamín estaba allí, y que
trajo consigo la diversidad y los rasgos étnicos indígenas en su pintura. Fue
su presencia como si llegara desde el
viento la inspiración, y su labor de artista un aliento al máximun para que en nuestro
bosque interior ninguno pudiera omitir ese retrato fiel que somos de
dualidad no asumida.
Dolor y miseria,
destrucción y ataduras son los presagios que los pueblos tienen y traen con la
fragilidad de su inocencia ante las criaturas que se dejan llevar por la irracionalidad de la violencia, la
explotación del hombre por el hombre, y la
mala fe del capitalismo.
Verónica Sención,
junto al profesor Juan Bosch y Pedro Mir, atrajo a Guayasamín al Hostal para
que su arte estallara en la retina de cada uno como un cristal ante la soledad
de la noche y la soledad del mundo, como esperanza viva ante la tensión de la
angustia sin fin de los pueblos de América. Un lienzo de Guayasamín, vuelvo y
repito, era una fibra óptica desnudada de prejuicios, era una manera de
resistencia, su arenga silenciosa, aparentemente inmóvil, de la grandeza de su
grito, como profundo clamor, triste, sollozante ante la miseria humana. Era
como si la paleta del Maestro meditara ante el desequilibrio trágico del mundo,
porque él no era un espectador taciturno ni un instigador rabioso, era un poeta
de evocaciones, que duelen, que duelen en la realidad y en el sueño.
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