La inauguración será e 18 y 19 de septiembre, donde la artista mostrará las piezas de su autoría pintadas con la boca. Rebeca estará presente el 18 para compartir con los presentes.
Santo
Domingo.-
Para la artista Rebeca Barrera el arte no tiene límites. Desde su nacimiento
fue diagnosticada con parálisis cerebral infantil. Por esta razón, a los siete
años fue trasladada a Filadelfia,
Estados Unidos, para recibir terapias junto a otros 20 niños que tenían la misma condición.
Luego de cuatro años realizando estos viajes,
los padres desistieron del tratamiento, ya que el resto de los infantes
lograron caminar, excepto su Rebeca. Sin embargo, Dios tiene un propósito en su
vida, pues a pesar de que los médicos aseguraron que, con mucha suerte, viviría
hasta los 20 años de edad, el lunes 13 de
septiembre Rebeca
celebró sus 62 años, y espera continuar festejando muchos más.
Tras lograr una interacción oral que parecía
imposible, el deseo de Rebeca era hacer “un producto de sus manos”, y este fue
la motivación que la convirtió en la artista que hoy conocemos, y que
presentará una exposición en el lobby del Teatro Nacional, los días 18 y 19 de septiembre.
Lo interesante de esta colección privada es que
las pinturas fueron hechas con la boca. Y es que un día dejando de lado sus
manos, Rebeca fue sorprendida por un amigo de la familia con un pincel en los
labios, utilizando su boca para pintar. Altamente conmovido y motivado por la
escena, el amigo regresaría días después con una mesa especial, fabricada con
el objetivo de facilitar la nueva carrera de Rebeca: “pintar con la boca”.
Los logros de Rebeca son considerados por
muchos como titánicos, pero ella con su inagotable humor los define como
“divertidos”, pues consiguió completar sus estudios primarios en el colegio San
José, en su natal Puerto Plata; tomando prestadas las manos de una amiga,
finalizó esa etapa de manera excelente. La siguiente meta sería la secundaria,
la cual también culminó a través del sistema de estudio a distancia.
“Me voy a otra dimensión cuando pinto, mi primer brochazo me hizo feliz; aunque sé que resulta desesperante verme hacerlo (hasta yo misma me agobio cuando me miro desde afuera), lo importante es lo que pasa por dentro. Puedo pintar todo el tiempo, toda mi vida, sin sentir cansancio”, asegura la artista.
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