“Brenda” recrea el drama de la mujer que emigra en busca de un sueño y que, con el pasar de los años, ve sus ilusiones frustradas.
Santiago. -El Bar Juan Lockward del Teatro Nacional Eduardo
Brito presentará a las ocho de la noche, el monólogo teatral “Brenda”, los
lunes 4, 11, 18 y 25 de febrero, donde se cuenta la historia de Brenda
González, una inmigrante dominicana en New York. En él actúa
Luisa Rebecca Valentín, actriz y periodista.
El monólogo “Brenda”,
es un personaje de “Chicken Cordon Blue”, obra escrita por Frank
Disla, bajo la dirección de Franklyn Rodríguez y Fausto Grullón, con
adaptación, banda sonora y vestuario de Luisa Rebecca Valentín.
“Brenda” recrea el drama de la mujer que emigra en busca de un sueño y que, con el pasar de los años, ve sus ilusiones frustradas. La soledad, la cruda realidad del entorno y las salidas rápidas, prácticas e inteligentes que ella encuentra, conforman toda una magnífica experiencia de alegrías, risas, tristezas y reflexiones que el espectador podrá constatar durante la función. El montaje se ha presentado en distintas salas del país. Después de cada función tendrá lugar un forum, donde el público podrá intercambiar impresiones en torno al montaje, al personaje y al teatro.
El director general del Teatro Nacional, Erasmo Cáffaro, ha mostrado su interés y gran entusiasmo con esta función, en su interés de mantener un público asiduo al teatro en el bar. Pretende atraer a un público que gusta del teatro y de la provocaciones que a lo largo de los años ha ofrecido al auditorio, desde la antigüedad, en su condición de arte contestatario y reflexivo.
En torno a este montaje, el poeta e intelectual, Fernando Cabrera apunta lo siguiente: “Ella, la soledad. Una mujer atrapada entre los engranajes del tiempo, entre la ruleta de arrugas que obstinadamente se afanan en marchitar toda aspiración. Emigrada a la babel de concreto, sumada a la oscilación de las cadenas de producción, hasta que de la otrora apetitosa fruta solo ha quedado un reseco bagazo, sin haber avizorado el publicitado cuerno de la abundancia, ni las monedas de Judas en calzadas y contenes de Washington Height.
Esa
mujer maltrecha, mas no vencida, es Luisa Rebecca, la de hondas
raíces estéticas, la de acertada y enjundiosa palabra y mirar crítico
que no mata la ternura. La actuación fue convincente; Luisa con
verosimilitud y sinceridad rió, lloró y se embriagó hasta perderse y perdernos,
haciéndonos sentir como nuestra el drama representado, la tragedia de quien
envejece amenazado por la pobreza y la soledad extrema.
La mujer sola, Aída, es Brenda, personaje nacido de la exquisita dramaturgia de Frank Disla, quien al cumplir años, lo hace de forma vertiginosa, simpática, patética; transitando sobre el prejuicio de que la hembra debe ser eternamente joven y deseada, aun en la edad en la cual la vida se asemeja, cada vez más, a la muerte. La mujer sola, Aída, es Luisa Rebeca; la exquisita traviesa de letras armonizada; la de espontaneidad eternizada en los trazos de colores sobre los rostros de voluntarias víctimas en el furor primaveral de Arte vivo; la alada ninfa del coro que alguna vez acompañó las oníricas peripecias de la Giselle cubana entre los bosques cibaeños.
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